Gloria Fuertes

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OyVa4fRKKoz_hGCHnYJ47IWuhulBHe5C-M2atzRYciEGloria Fuertes García, la gran poeta y escritora nació en Madrid el 28 de Julio de 1917 en el barrio de Lavapiés y nos dejó el 28 de Noviembre de 1998. Gloria era castiza hasta la médula.

En uno de sus libros, hablando de la etapa en la que vivió en América escribió: – Soy tan chula que cuando digo “yes”, todos me notan que soy de Lavapiés.

La conocí en mayo de 1990. En el marco de las fiestas de San Isidro. Me invitaron a participar en una mesa redonda en un programa de radio, en el cual, estaba ella.

El tema del que se hablaba en el programa era «La mujer, el machismo…», algo así creo recordar. Gloria y yo tuvimos opiniones encontradas. Yo no estaba de acuerdo con ella en varias cosas y ella me dijo: «eres muy niña, cuando tengas más experiencia, te darás cuenta de que yo no ando tan equivocada».

Cuando acabó el programa, me dijo que a pesar de no habíamos estado de acuerdo en nuestros planteamientos, le gustaría que nos viéramos un día para seguir charlando. Me dijo que yo era una  mujer valiente y me dió su número de teléfono para que la llamara. No lo hice. Me daba apuro llamar a una mujer tan importante, a la que admiraba tanto,  pero… me llamó ella y concertamos una cita en su casa. Fue genial.Su casa a la que ella comparaba con «un tranvía», estaba llena de libros, fotos, plantas, galardones y todo tipo de objetos que la habían regalado.

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Me fue mostrando todo con carita de niña contenta, orgullosa de sus pertenencias. Aquel primer día me habló de su infancia y también de cómo sintió ella la guerra del 36, sufriéndola de tal modo que la dejó marcada para siempre y la convirtió de resultas en una gran pacifista. Me habló de sus amigos, sus padres, sus amores, el jefe que tenía en la oficina. Me habló de tantas cosas…Me dijo: “Te invito a algo. Ve a la nevera que está en aquel cuarto y trae lo que quieras”. Le dije que no tenía ganas de tomar nada. Insistió y me enseño lo que tenía: refrescos, guisos buenísimos que le dejaba cocinados Charo, flanes, etc. Cogimos bacalao, queso y pan de chapata, que le encantaba, e improvisamos una cena.

Miles de objetos estaban expuestos allí, sobre la mesita, en el aparador… En las paredes, cuadros, fotos de sus seres queridos y también muchos dibujos que le enviaban los niños.En el salón, junto a la ventana que daba a la calle Alberto Alcocer, una mesa camilla en la que comimos muchas veces los guisos que nos hacía Charo, una gran mujer que estuvo trabajando en su casa muchos años y que se mantuvo a su lado hasta el último minuto.

Junto al sofá una mesita “de fumar”, y nunca mejor dicho, ya que Gloria fumaba muchísimo y disfrutaba cada uno de sus “pitillos” -como ella decía- . Fumaba Lucky Strike, Philip Morris, o Chesterfield, sin boquilla claro. Sobre esa mesa montones y montones de cartas que le escribían desde todas partes del mundo y revistas que la enviaban a diario donde publicaban sus poemas y sus fotografías.

GLORIA FU ERTES

Todo lo que la rodeaba te daba esa bonita sensación de que eran muchas las personas que la querían. Tambien un cuaderno donde escribía sus “monstruos” —como ella decía—, ideas que después desarrollaba y convertía en bellísimos poemas. Las habitaciones llenas de libros, cientos de libros.

Seguimos hablando. Se nos hizo muy tarde y al despedirme en el rellano de la escalera, esperando al ascensor,  me dijo por primera vez: “Guía con cuidado, los coches son muy peligrosos”. Esa frase me la repetiría cada vez al despedirnos.

Quedé prendada de aquella gran mujer-niña, y regresé a casa muy feliz, llevando en mi corazón una sensación maravillosa de que aquello era el comienzo de una gran amistad.

Nos vimos muchas veces más. Me acompañaba a algunos de mis conciertos, me invitaba a sus recitales, quedábamos en su casa para ver juntas alguno de los muchos programas de TV que hacía.

Quedábamos con sus amigas y amigos, y sobre todo quedábamos en su casa para charlar, charlar y charlar hasta las tantas. Siempre estaba contenta. Yo le hablaba de mis inquietudes, mis sentimientos, mis relaciones sentimentales y también de mis ilusiones. Ella comprendía “todo” y tenía una visión  tan clara y positiva de las cosas y una filosofía de la vida tan especial,  que me resultaba a veces extraño ver que a su edad, todavía era capaz de sorprenderse de hechos como (por ejemplo) que la gente la quisiera tanto. Decía: “Yo no hago nada especial, no sé, ¿por qué me querrán tanto?”

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En una ocasión viajamos juntas a Gijón. Fuimos en tren y a la hora de comer me sorprendió sacando unos bocadillos de riquísima tortilla de escabeche, preparadas por Charo. Siempre me sorprendía. En el teatro, ella dio un recital de poesía y yo canté canciones madrileñas. Visitamos muchos colegios que llevaban su nombre y pasamos el día rodeadas de miles de niños que la aclamaban y le entregaban sus dibujos y su cariño. En el viaje de regreso a Madrid, me dijo que quería ir a la cabina donde “guiaban” el tren. Hablé con ellos y pasamos un buen rato allí. Disfrutó como una niña.

Un día le dije que había compuesto una melodía para una canción y que me gustaría que ella escribiera la letra. Aquello tampoco podría olvidarlo. Quedamos en su casa para trabajar el tema.  Me decía: “Anda, tú ve tarareándome la música y yo, a ver qué hago”. Tapaba con la mano izquierda lo que iba escribiendo en su cuaderno, muerta de risa y cuando lo tuvo terminado me dijo: “Anda, lee, a ver si te gusta”. Me encantó. El resultado fue la canción Bebo para verte doble.  Le sugerí que grabara conmigo la canción. Ella recitaría unas estrofas y yo cantaría otras. Le gustó la idea y disfrutó muchísimo el día de la grabación en los estudios Kirios.

con gloria

Otra valiosa aportación de Gloria fue la letra de la canción Bollitos de leche. Un día me dijo que le gustaría que hiciera  unas  canciones  infantiles con unos versos suyos  y yo acepté encantada. Trabajé adaptando el texto de sus obras y así nació  «MOSAICOS». Un disco de canciones infantiles y villancicos, a los que Gloria y Cáritas quisieron que pusiera música y voz.

A Gloria se la quería sin conocerla, y cuando se la conocía, entonces, ya si que era imposible olvidarla. Un día, cuando la llevaba a su casa, al regreso de un recital suyo, por en el paseo de la Castellana, vimos que la circulación estaba cortada. Había terminado un partido de fútbol en el estadio Santiago Bernabeu y la policía estaba dispersando a la gente con porras. Ella, sacando la cabeza por la ventana del coche, gritaba a los policías que no pegaran a la gente, y un joven que venía huyendo de la quema, al verla, se detuvo. Le besó las manos y le dijo:  “Gloriña, leo tus poemas, eres maravillosa. ¡Qué suerte haberte conocido!”. Y siguió corriendo. Cosas de éstas te pasaban cuando ibas con Gloria. Era increíble.

La visitaban muchísimos amigos, escritores, pintores, cantantes, médicos, enfermos de sida, curas (como ella decía)… Era para todos nosotros una fuente inagotable de comprensión  y cariño. Una de sus frases de broma era: “Qué suerte tienes. Cuando estás conmigo estás en la Gloria, sin haber muerto, ¿eh?”. Eran sus cosas.

Compartimos días de vacaciones en Granada, con sus grandes amigos, viviendo en una maravillosa «cueva» cerca de la Alhambra. También pasamos unos fantásticos días en Málaga.

Gloria me acompañó en mi segunda boda, en la iglesia de La Paloma ( Madrid ). Me dedicó una poesía y me dio una orden por escrito: “Sé feliz”.

BODA GLORIA FUERTES

Mari Pepa acompañada por Gloria Fuertes el día de su segundo matrimonio, en la Iglesia de la Paloma de Madrid.

Tuve el privilegio de disfrutar durante años de su amistad y cariño. Un día la llamé por teléfono y no la encontré en casa en todo el día. Era muy extraño ya que normalmente salía poco. Llamé a mi madre y me dijo que Gloria la había llamado para decirle que le habían diagnosticado un cáncer y no sabía cómo decírmelo. Que éso la preocupaba. Le dijo a mi madre: «Mira a ver cómo se lo dices a la niña anda, yo no se como hacerlo». ¡Dios mío!, ella preocupada por éso…

Mari Pepa & Gloria Fuertes

No quería que lo supiera todo el mundo. Sólo lo supimos unos pocos. Los primeros días quería estar sola. Cuando iba a visitarla me decía que tenía muchos dolores y que  rezara al Niño Jesús para que la llevara pronto con él. Así fue, y todos nos quedamos un poco huérfanos al perderla. Se dijo que había estado sola sus últimos días. No fue así. Ella no quería que se enteraran de su enfermedad y por éso guardamos silencio y por éso pocas personas lo supieron  y por eso, pocas personas la acompañaron en su despedida. Nos dejó el 27 de Noviembre de 1998.

Ella estuvo rodeada de las personas que quiso. Ella hizo su vida como quiso. Ella se despidió como quiso. Ella, quiso tanto a sus amigos que, desde la gloria, hace que nos sigamos sintiendo en la Gloria cuando pensamos en ella.

¡ Gracias Glorita !